
Los días 1 a 3 de este mes tuvo lugar la 57 edición de la conferencia internacional UKLA, en la que los integrantes del equipo de investigación Literacies Fernando Guzmán Simón, Alejandra Pacheco Costa y Giovanna Caetano da Silva presentaron la comunicación titulada La materialización de los rechazos afectivos en la edad de asamblea escolar: alfabetización, corporeidad y subjetividad en la primera infancia.
La viñeta trabajada en la presentación deriva del proyecto de investigación «Mejorando la Alfabetización Multimodal en la Primera Infancia (3-8 años): Desarrollando un Modelo Inclusivo en Áreas con Necesidades de Transformación Social» (MATILDA).” Esta investigación aborda cómo los niños articulan el espacio como una práctica social y cómo construyen nuevos espacios sociales a través de la materialización de la alfabetización, centrándose en la intraacción de los niños con artefactos, encarnaciones, espacios, etc.
El proyecto MATILDA ha planteado nuevos retos al equipo de investigación, pues se enfrenta a los problemas que genera el currículo escolar español cuando aborda el aprendizaje de los niños centrándose únicamente en la adquisición de competencias. Los docentes se vuelven parte del problema cuando asumen el control del proceso de aprendizaje, dejando de lado lo que los niños aprenden antes y después de cruzar el umbral de la escuela. Desde esta perspectiva, nos preguntamos qué se pierde en la lectoescritura de los niños cuando el aprendizaje se limita al currículo y al docente. El aprendizaje no puede reducirse a lo que ocurre sólo en el aula, los valores cotidianos de la alfabetización no pueden medirse con los instrumentos e indicadores del currículo escolar. Por tanto, nuestra investigación pretende considerar la alfabetización más allá de la evaluación, y promover una pedagogía comprometida con lo no representacional, con aquellos aprendizajes considerados “inútiles” desde la perspectiva del currículo, o “salvajes” como propone Hackett (2021).
Viñeta
Es lunes por la mañana y los niños están sentados en la alfombra alrededor de Marta, su maestra, que se sienta en un banco entre ellos. Es la rutina habitual al comienzo del día, con Marta animándolos a que cuenten algo: si tienen alguna novedad, cómo llegaron al colegio, cómo se sienten, etc. Casi todos participan levantando la mano antes de hablar, aunque hoy están particularmente inquietos. Yo me siento a un lado, no completamente integrada en el círculo de niños, pero tampoco completamente afuera.
De repente, Maher, de cuatro años, mira directamente a Marta, y le dice que los demonios le tienen miedo, porque Alá lo protege. Piensa un poco y agrega que Alá protege a todos. Marta lo mira y le pregunta si su madre le está enseñando el Islam de nuevo. Su madre es marroquí y su padre español, y Marta explica al resto de la clase que su madre le enseña religión a él, a sus hermanos y a su padre. Aparentemente, su madre las llama «clases del paraíso». Poco a poco, se hace el silencio mientras el resto de los niños son testigos de la conversación entre Marta y Maher. Marta explica que su religión es diferente. Maher deja de responder, sentado con las piernas cruzadas de espaldas a mí. Marta comenta que por lo general los niños asisten a clases extraescolares, y pregunta si alguno de los demás también lo hace. Varios levantan la mano, y las respuestas varían: fútbol, inglés, deportes, deberes, etc. Marta explica que las clases de Maher son diferentes. Un chico dice que él dibuja en sus clases por la tarde y Maher dice que él también lo hace. Marta le pregunta qué dibuja y él responde “coches”. Ella hace un gesto, no pareciendo satisfecha con su respuesta. A medida que a los niños se les ocurren ideas, se acercan más y más, hasta que Maher se separa del resto. Otra niña dice que su clase es sobre escritura. Maher comienza a mecerse de un lado a otro, con las piernas cruzadas. Continúa meciéndose mientras Marta decide pasar a otras cuestiones.
Asistiendo a este evento vemos cómo algunos elementos de la clase separan en vez de unir. Nuestra atención está en cómo hemos llegado a este vacío, el espacio hueco, el aislamiento. En esta investigación partimos de una viñeta que explora diferentes encuentros en una asamblea de primera infancia, encontrando a partir de ella la necesidad de volver al concepto de assembly y pensarlo de manera diferente, como sugiere el trabajo de Kuby y Rucker (2020) sobre (r)etimologización.
Nuestra propuesta aborda la idea de (re)etimologizar las palabras ‘asamblea’/ ‘ensamblaje’, un momento y espacio en el aula dedicado a escuchar y compartir, como una forma de abordar la complejidad de la materialización de la lectoescritura en educación infantil. Este proceso permite percibir, sentir y reflexionar sobre/con la emergencia de las negativas afectivas de Maher desde una perspectiva neomaterialista y más que humana. Nuestra investigación profundiza en las relaciones entre la identidad y la subjetividad de Maher, y en la emergencia de su alfabetización encarnada en la escuela. La materialización de alfabetizaciones patrimoniales en este espacio se percibe potencialmente sentidas tanto como confrontación en/hacia como como ruptura en/hacia el espacio de la escuela. La subjetividad de Maher cobra vida en/a través del embodiment y lo no representacional, y evidencian las potencialidades afectivas del ‘no’ dentro de la alfabetización normativa de la escuela. Nuestras conclusiones plantean la necesidad de (re)pensar las formas en las que la escuela escucha a los niños más allá de sus palabras, y de desafiar los límites del currículo desde una perspectiva de empirismo trascendental.
